domingo, 8 de enero de 2017

La danza de los técnicos, el otro absurdo del fútbol argentino

Por Julián Mansilla (TN).- Siempre son los mismos, que van de un club a otro. Y en algunos casos, apenas pueden dirigir a un equipo cuatro o cinco fechas antes de ser despedidos. ¿Es posible ponerle un freno a este fenómeno?

Esta semana, Teté Quiroz acordó su contrato y es el nuevo entrenador de Sarmiento de Junín. Era el único club que aún se encontraba sin técnico y el tercero que dirigirá al equipo en apenas 14 fechas del torneo. En catorce años de carrera como jugador profesional, Teté jugó en sólo cuatro equipos. Pero en los poco más de quince que suma como entrenador, ya tuvo 19 experiencias como entrenador (en tres ocasiones repitió club). No es un caso aislado. Tomemos un par más: Juan Manuel Llop, entrenador de Atlético Rafaela, jugó en cinco equipos pero ya dirigió a trece. Y Leonardo Madelón, técnico de Belgrano, repartió los doce años de carrera como jugador profesional en sólo tres equipos. Pero ya dirigió en once clubes distintos (en dos de ellos, Unión y Rosario Central, dos veces cada uno).

Desde hace tiempo que se menciona lo de la “danza de los técnicos”, para dar cuenta de este fenómeno de los entrenadores que pasan de un club a otro. Confieso que no es algo que me sorprenda: al fin y al cabo, los clubes buscan experiencia y eso sólo lo pueden encontrar en aquellos que han logrado ganarse un lugar en este disparate sin reglas que solemos llamar fútbol argentino. Por otro lado, las propias reglas del absurdo rigen esta elección que siempre recae en los mismos: si los dirigentes saben que no le van a dar más de cuatro o cinco fechas de plazo al entrenador que están eligiendo, lo más lógico es contratar a alguien que ya esté acostumbrado a los pesares propios del cargo para que la adaptación al nuevo club no demore más de… dos o tres días. Tampoco es un fenómeno “nuevo” en el fútbol argentino esta especie de carrousel de entrenadores. En los últimos treinta años se acumulan varios casos semejantes a los actuales: Chiche Sosa, José Yudica, Roberto Saporiti, Pedro Marchetta, Carlos Ramaciotti, Miguel Angel López y tantos otros.

Hay otras formas de hacer las cosas, por supuesto. Arsene Wenger cumplió hace pocos meses veinte años como entrenador del Arsenal de Inglaterra. Cuando el club inglés decidió contratarlo, Wenger -que sólo acreditaba una buena experiencia como entrenador del Mónaco- estaba dirigiendo al Nagoya Grampus de Japón y su elección fue considerada una sorpresa. Claro, si bien era difícil imaginar que veinte años después seguiría al frente del equipo, quienes lo contrataron tenían algo seguro: nadie lo iba a despedir después de cinco fechas. Su adaptación al fútbol inglés, entonces, era posible.

No se trata, ciertamente, de un problema de falta de renovación. Los entrenadores que actualmente pasan de un club a otro en el fútbol argentino son, en su gran mayoría, jóvenes y capaces. El problema es la rotación. Porque impide que los entrenadores desarrollen un trabajo serio y planificado, y porque los clubes llegan a pagar, en el mismo período, hasta tres o cuatro contratos para cubrir un solo puesto (sin contar a los colaboradores de los técnicos despedidos o “renunciados”). Pretender que la solución a este problema llegue de la mano de un baño de racionalidad es más absurdo que el absurdo que está ocurriendo. Eso no va a suceder. La única posibilidad es establecer reglas que protejan a los clubes. Por ejemplo, que sólo sea posible contratar un entrenador por campeonato (quizá soy muy exigente… pensemos en dos). Y que si los dirigentes no pueden soportar la presión de los hinchas para respetar el contrato del hombre al que han elegido, deban asumir las consecuencias. Y (perdonen el recurso que delata que ya pasé largamente los cuarenta años) se haga cargo del equipo “la subcomisión de fútbol”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario